domingo, 22 de abril de 2012

"Aguas oscuras": un romance paranormal a bordo del "Titanic"


Hace 100 años que el Titanic se hundió, en una de las mayores tragedias marítimas del siglo XX. Desde entonces, numerosas novelas, películas, documentales y series de televisión han abordado este episodio. Y ahora parece ser el turno del romance paranormal.

"Aguas oscuras" (Montena), de Claudia Gray —autora de la saga juvenil de vampiros "Medianoche"—, traslada al lector hasta 1912, a bordo del lujoso y supuestamente insumergible transatlántico de la compañía White Star. Pero con una particular "vuelta de tuerca".

Todo comienza en Southampton, el día previo a zarpar con destino a Nueva York. Dentro de la lista de pasajeros de primera clase que aguardan el inicio del viaje se encuentran lady Regina y sus hijos Layton e Irene, acompañados de su sirvienta Tess, una chica de dieciocho años que sueña con empezar una nueva vida en América.

Justo esa noche le ordenan a Tess realizar unos encargos de última hora. Pero la chica acaba topándose en un callejón con un misterioso grupo de hombres que la amenazan. Entonces, un joven la rescata de ellos y también de... un lobo. ¿Qué hace un animal así en el puerto de Southampton?

Los misterios se irán aclarando cuando al día siguiente —al abordar el buque— la joven sirvienta descubre que el muchacho que la salvó es Alec, el hijo de un adinerado magnate que supuestamente huye de Europa tras la extraña muerte de la actriz francesa de la cual estaba enamorado. Pero también están a bordo los misteriosos hombres del callejón, que al parecer conocen muy bien a Alec. ¿Qué buscan ellos con él? ¿Quién es el misterioso Mijaíl que los lidera? ¿Y qué es la Hermandad?

A poco andar, Tess descubrirá que los terroríficos monstruos de las novelas góticas que leía a hurtadillas en la biblioteca de la familia Lisle son más reales de lo que ella creía. E incluso más peligrosos que el iceberg con el que colisionará el "Titanic" al sur de las costas de Terranova...

Claudia Gray construye una novela juvenil que recrea una época ya desaparecida, mezclando personajes ficticios con reales, aunque se toma varias libertades a lo largo del libro, como mencionar la existencia de un "séptimo oficial" a bordo, cuando no lo hubo. A pesar de ello, "Aguas oscuras" es una historia que gustará a los lectores juveniles que busquen esa tan exitosa combinación entre romance y misterio sobrenatural.

(FUENTE: emol.com)

domingo, 15 de abril de 2012

"Futility", el libro que predijo la catástrofe del Titanic



Un crucero considerado "inhundible" choca contra un iceberg en una gélida noche de abril y se hunde en las aguas del Atlántico, llevándose las vidas de centenares de personas. Pero lo que parece la historia del "Titanic" es, en la ficción literaria, la del "Titan". Y lo más sorprendente de todo: la novela fue publicada 14 años antes del famoso naufragio.

"Futility", traducida al castellano como "Futilidad", parece una copia mala de la catástrofe más famosa que haya tenido una embarcación. También aquí, como no hay suficientes botes salvavidas para las 2.500 personas a bordo, la mayoría de los pasajeros muere. Incluso el nombre del barco de ficción, "Titan", parece una parodia de la verdadera historia encarnada por el "Titanic".

El argumento de "Futility", y en ese aspecto los críticos parecen estar muy de acuerdo, hace aguas. Su autor, Morgan Robertson, es "relativamente malo", comenta el profesor de Física y fanático del "Titanic" Metin Tolan, que investigó el accidente. Aunque no todos piensan lo mismo: "Su estilo narrativo es un recurso seguro contra el insomnio", escribió en cambio un lector en un foro de la web, mientras que otro aseguró que sus páginas no eran ninguna catástrofe.

"Futility" es una obra muy popular en círculos esotéricos. Y no sorprende que así sea, dada la cantidad de parecidos con la realidad. Ambos buques partieron bajo bandera británica para hacer el recorrido Southampton-Nueva York, se consideraba que estaban construidos para llegar a destino contra viento y marea, tenían "entre 800 y 900 pies de largo", podían transportar a 3.000 pasajeros y sólo tenían espacio en los botes salvavidas para un tercio de las personas.

Ambos cruceros chocaron con el estribor contra un iceberg en una fría noche de abril, 900 millas antes de llegar a Nueva York. Pero lo más peculiar de todo son los nombres: "Titan" y "Titanic". "Eso no puede ser casualidad", escriben los lectores. Pero sí, semejantes casualidades existen. Al fin de cuentas, también hay muchos datos que no concuerdan.

En la ficción, no era el primer viaje de "Titan", que además partió de Nueva York a Southampton, no al revés. En el libro sobrevivieron sólo 13 personas, mientras que en la realidad se pudieron salvar unas 700. Y además, el "Titan" había chocado antes contra un velero, tenía velas además de funcionar a vapor y luego se hundió en unos pocos minutos, no en dos horas y media, como en la historia real.

"Futility" se convirtió en un éxito de ventas. Eso sí: después de la catástrofe real. Y el escalofrío que recorre a los lectores que sospechan una capacidad sobrenatural en el autor de sus páginas aún sigue dando de que hablar.

(FUENTE: eluniversal.com)

‘Cuadernos de Ufología’ deja de publicarse después de 29 años, y la Fundación Íkaros se disuelve



Se acabó. Cuadernos de Ufología (CdU) deja de publicarse después de 29 años, y la Fundación Íkaros, su editora y el último gran proyecto de la ufología española, se disuelve tras quince años de actividad. Son dos malas noticias de las que me enteré anteayer al leer el editorial del último número de CdU, el 35 de la tercera época. Me costó creérmelo. Tuve que leer dos veces el texto firmado por Julio Arcas -titulado “Adiós, amigos, y hasta siempre”- antes de asumir que esa revista se cerraba definitivamente.

CdU nació en marzo de 1983 en Sevilla por iniciativa de José Ruesga, quien logró reunir en torno a la publicación -hasta 1987 un boletín fotocopiado- a un dispar grupo de ufólogos que tenían en común su rechazo al sensacionalismo, personalizado entonces por Juan José Benítez. Me suscribí a la revista aquel mismo año por sugerencia de Vicente-Juan Ballester Olmos, y el primer número que recibí fue el 4. Lo conservo; como todos los que vinieron después y todas las publicaciones que han caído en mis manos desde que me empecé a interesar por los OVNIs a finales de los años 70.

De aquel grupo informal formaban parte -además de los citados- Félix Ares, Manuel Borraz, Ignacio Cabria, Juan Marcos Gascón, Juan Antonio Fernández Peris y Luis R. González, entre otros. Como recordaba en este mismo blog en 2003, en las páginas del boletín, convivían las investigaciones de casos con los debates sobre cómo había que afrontar el estudio del fenómeno ovni, en alguno de los cuales participé con la vehemencia que me caracteriza. Pronto, creció entre los miembros del colectivo que residíamos en el País Vasco la necesidad de ir más allá, y de esa urgencia surgió el germen del movimiento escéptico español. Y emprendimos camino por nuestra cuenta.

Evolución

CdU siguió adelante, y maduró. Poco a poco, fue haciéndose una publicación cada vez más volcada en la reflexión en torno al mito de las visitas extraterrestres y cómo ha impregnado nuestra cultura que en el análisis de casos. Echando la vista atrás, los apasionantes -entonces, para mí- debates de los primeros números resultan hoy enormemente ingenuos. Pero, claro, es lógico verlos así con la perspectiva del tiempo. Sin embargo, posiblemente aquellos intercambios de opiniones fueron claves para la evolución de la publicación y de quienes estábamos en su órbita, porque no creo que sea accidental que aquéllos que estuvimos en CdU seamos hoy en día mayoritariamente incrédulos.

Con el tiempo, la revista fue a mejor formalmente gracias al buen hacer de Arcas, que se unió en el puente de mando al infatigable Ruesga. Y así se saltó a un CdU encuadernado y con portada a color que tenía la pretensión de comerse el mundo, es decir, de llegar a los interesados por el fenómeno ovni en general y no sólo al pequeño grupo de impulsores de la publicación. El segundo gran cambio llegó en 1996, cuando los miembros del colectivo decidieron constituir la Fundación Anomalía, que en 2010 se rebautizó como Fundación Íkaros. La revista acabó siendo un grueso volumen, al que se sumaron un suplemento internacional, varios libros -como el imprescindible Entre ufólogos, creyentes y contactados. Una historia social de los OVNIs en España, de Ignacio Cabria- y un disco compacto anual, @nomalía, interesante pero del que nunca fui un entusiasta por mi cariño por el papel.

De puertas adentro, los miembros de la Fundación Íkaros pusieron en marcha iniciativas -para mí, extraordinarias- dirigidas, sobre todo, a la conservación de material, de libros, revistas, documentos, películas… relacionados con el fenómeno OVNI. No en vano, el objetivo de la entidad ha sido siempre “la promoción del estudio de la influencia en la cultura popular de los avances de la ciencia y la tecnología, de las anomalías científicas y de lo maravilloso; así como la preservación de archivos, la divulgación de su labor a través de sus órganos de difusión, la concesión de premios y becas a la investigación en estos campos, y la realización de actividades museísticas junto con el fomento y difusión del patrimonio histórico-artístico y cultural”. ¿Qué pasará ahora con todo ese material, con los más de 10.000 libros y revistas, obras de arte, catálogos de películas…?

Fondos documentales

“Quedarán depositados en la Biblioteca Central de Cantabria”, me adelantaba el miércoles por teléfono Arcas, quien ha confirmado hace unos minutos por correo electrónico que el Gobierno cántabro ha aceptado hoy oficialmente la donación del fondo bibliográfico y documental de la Fundación Íkaros. Así que todo ese material quedará a disposición de aquéllos que quieran consultarlo para seguir ahondando en las raíces, la evolución y el impacto social del mito OVNI en nuestro país. Es un gran logro en un país en el que ha habido bibliotecas que han acabado en la basura y buitres que se han arrimado en sus últimos momentos a veteranos ufólogos para hacerse con su herencia documental.

Ahora más que nunca, me siento triplemente honrado por los integrantes de la Fundación Íkaros: primero, por la amistad mantenida durante casi tres décadas con muchos de ellos; segundo, por el premio Cuadernos de Ufología que concedieron a este blog en 2004, cuando tenía poco más de un año de vida; y tercero, por haberme invitado hace un par de años a sumarme al patronato de la entidad. Esto último fue un honor inesperado sobre el que me tomé mi tiempo para pensar antes de decir que no, a pesar de que me hubiera gustado decir que sí. ¿Por qué lo rechacé entonces? Porque no quería estar en la Fundación Íkaros para figurar y porque no disponía de tiempo ni de fuerzas para sumar otro frente de actuación a los que ya tengo abiertos.

Me apena la desaparición de la Fundación Íkaros y de Cuadernos de Ufología. Sé que, por mucho que Arcas, Ruesga y compañía vayan a mantener su actividad en Internet, ya no será lo mismo. Se han sentido empujados a dar este desagradable paso por la falta de recursos económicos y de colaboraciones, y por el cansancio. Les entiendo perfectamente. Gracias por tantos años de trabajo y dedicación, amigos.

(FUENTE: blogs.elcorreo.com)
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